5 de diciembre de 2015

Humanidad


El término humanidad es como un erizo, difícilmente se puede uno acercar a él sin espinarse. A veces, cuando se siente amenazada —esta humanidad, digo— arroja sus espinas sin mirar a quién herirá. Bonito sería que en esta analogía pudiéramos cambiar erizo por ornitorrinco.

Tino


Hay gente que tiene ideas extraordinarias y puede resumirlas en una sola frase, lo cual me parece más genial todavía. Me refiero al título del disco más reciente de Thomas Stronen, “Time is a blind guide”, es decir “El Tiempo es un lazarillo”. Creo que ha dado en el blanco.

Algodón


Leo la prensa venezolana (la que todavía se arriesga a denunciar los desmanes del gobierno nacional), leo los mensajes que me envían por WhatsApp relativos al mismo tema, y me deprimo. No porque ese gobierno sea pésimo y los efectos deletéreos que ha producido en el país llevará tiempo y sufrimiento reparar, sino porque las personas que lo componen son venezolanos. Es decir, ahí hay gente que creció comiendo arepas, empanadas, cachitos, pabellón y hallacas; gente que ha escuchado gaitas en diciembre; gente que ha ido a Choroní o a Macuto o a Los Roques o a Margarita o a Puerto Ordaz o a Mérida; gente que ha llamado a otro “mi pana” y que ha usado incontables veces la palabra “chévere”; gente que, para bien o para mal, vio al menos un episodio de Radio Rochela o del Show de Joselo o de Sábado Sensacional; gente que ha leído El Nacional o El Universal; en fin, gente de mi país que ahora adopta la actitud del pendenciero, del que sólo quiere escucharse a sí mismo, del que no se detiene ante el ruego del Otro que prácticamente le suplica que cambie de rumbo porque lo está matando, del que cada día formula la amenaza aquella que bien resume Silvio Rodríguez “dame o te hago la guerra”, del que hace y hará todo lo que esté en sus manos para quedarse indefinidamente en el poder y desde allí no beneficiar a nadie (porque dar para garantizar un voto no es un beneficio, es un chantaje encubierto), en fin, del que se alegra porque aunque le va mal ve que su vecino está peor. Esos venezolanos, al menos para mí, son irreconocibles. Nada en mi historia personal me preparó para el surgimiento en mi país de personas así y por eso mi tristeza. Mañana serán las elecciones parlamentarias y esos venezolanos están haciendo todo lo posible para que ese proceso no se desarrolle en sana paz. Sus declaraciones son incendiarias, beligerantes, pendencieras, y se les hace fácil el vilipendio y la descalificación de sus adversarios políticos. Noticias y rumores de trampas ideadas por el gobierno nacional y por quienes lo siguen pululan por las redes sociales. Mi tristeza quiere creer que no son ciertas, pero esa misma tristeza y, sobre todo, los hechos, es decir, la terrible crisis actual del país, me persuaden de lo contrario. Ojalá todo salga bien. Ojalá los que han causado tanto daño admitan no que perdieron unas elecciones, sino que ya es hora de hacer algo para que los venezolanos vivan tranquilos y seguros, sin tanta riña ni tanto afán de defender una ideología que es como el algodón de azúcar: fuera de la boca tiene mucho volumen pero cuando lo pruebas inmediatamente desaparece.

4 de diciembre de 2015

6D


En 2009, cuando los cuestionamientos al gobierno nacional venezolano comenzaban a cuajar, los legisladores chavistas aprobaron una ley hecha a su medida. Se trata de la Ley Orgánica de Procesos Electorales. Allí, los chavistas redistribuyeron el peso electoral: la provincia, que tiene menos electores pero simpatizan con el chavismo, tiene mayores cuotas de curules en la Asamblea Nacional, mientras que las seis entidades donde reside la mayoría de los venezolanos y donde es mayor el número de opositores, tienen una cuota menor. El desequilibrio entre el número de pobladores y la cantidad de votos a elegir es evidente. Dicho en cifras: 52% del electorado (10.091.717) reside en 6 entidades (Distrito Capital, Zulia, Miranda, Carabobo, Lara y Aragua), pero sólo elige 64 diputados. Por su parte, 48% del electorado (9.412.389) vive en 18 entidades pero puede elegir 100 diputados. En este sentido, aunque la oposición ganara donde las encuestas han dicho y dicen que ganará, los chavistas, si siguieran manteniendo su voto duro, aunque son menos, tendrían siempre la mayoría de diputados en la Asamblea. Ya he dicho que esta distribución respondió en su momento a las zonas de influencia favorables al chavismo, pero de 2009 a 2015 ha pasado mucha agua por debajo del tenebroso puente chavista, y las promesas no sólo no se han cumplido sino que la situación actual de crisis es insostenible. Así que seguramente los votantes duros que viven en esas zonas “seguras”, ya se habrán ablandado porque la realidad se impone y a pesar de las amenazas, los regalos de última hora, el chantaje laboral, el rancio discurso de la izquierda paranoide que en lugar de actuar puede pasar años denunciando conspiraciones, etc., la valentía de los que quieren y necesitan un cambio se impondrá. Quedan unas cuantas horas para que ese truco legislativo (ideado tal vez por el ejecutivo) deje de surtir efecto y que los electores voten no por una burbuja ideológica sino por el bienestar que, luego de 15 años en el poder, los chavistas no han podido proporcionar.